¿Cuánto cuesta una página web? es, sin duda, la pregunta que más veces tenemos que responder los que nos dedicamos al marketing digital. El desarrollo de un sitio web es un conjunto de acciones cuya valoración depende de muchos factores.
La evolución del desarrollo web
Cuando yo comencé, allá por 1994, en este negocio solo existía la posibilidad de programar páginas web estáticas, es decir, incorporábamos el contenido al código y teníamos que construir cada página de forma individual. Esto, además, lo hacíamos programando en HTML y JavaScript, al principio con el Bloc de notas de Windows y, más tarde, con alguna herramienta más especializada como HomeSite, del que derivó Dreamweaver.
Era un sistema muy rudimentario, en el que las actualizaciones de un sitio web se tenían que hacer reprogramando las páginas webs o creando páginas nuevas. Código y más código.
Por esta razón y debido al elevado número de horas empleadas en desarrollar un sitio web, los costes eran muy elevados y pocas empresas tenían la capacidad económica de hacerle frente. A cambio, las que se decidían a invertir en estos desarrollos, alcanzaban popularidad en Internet con cierta facilidad.
Más tarde llegaron las páginas web dinámicas, en las que la programación, el estilo y el contenido se desarrollaban independientemente, utilizando el respaldo de una base de datos y juntándose en el navegador del usuario. Esto permitía reutilizar código e, incluso, crear gestores de contenidos. En definitiva, menos horas de programación.
Avanzando en el tiempo, aparecieron los primeros gestores de contenido bajo licencia GPL, con lo que las tareas de programación se reducían a favor de un mejor desarrollo de los contenidos. Esta es la situación actual, en la que cada vez disponemos de mejores sistemas de gestión de contenidos y el trabajo del desarrollador se limita a tareas como el diseño de la arquitectura de la web, el diseño e identidad de la web y la introducción de contenidos.
Al reducirse las horas de programación, los costes del desarrollo se redujeron sensiblemente, a costa de un mayor número de sitios web y, como consecuencia, de una menor visibilidad.
Aun hoy en día, hay determinadas funcionalidades que pueden requerir ciertos clientes que obligan a hacer desarrollos a medida y que disparan sensiblemente los costes de producción de un sitio web.
Sitios web DIY
En la actualidad también han proliferado los servicios de webs DIY (do it yourself, hágalo Ud. Mismo), que ofrecen sistemas modulares que permiten a un usuario con pocos conocimientos técnicos montarse su propio sitio web. Esto, que parece una solución muy atractiva por su economía, lo que hace es generar sitios web que son prácticamente clones, con pocas posibilidades de posicionarse adecuadamente para obtener una buena visibilidad.
La inversión en el proyecto de desarrollo de una web
La inversión en el desarrollo de un sitio web solo se justifica si responde al cumplimiento de unos objetivos previamente establecidos y que, directa o indirectamente, permitan un retorno de la inversión. Aquí introducimos el concepto de rentabilidad, un criterio que, muchas veces, puede ser difuso.
Podemos desarrollar un sitio web que requiera una inversión elevada pero que se rentabilice en poco tiempo puesto que es capaz de cumplir con sus objetivos (por ejemplo, la captación de potenciales clientes). Por el contrario, si la inversión en el desarrollo del sitio web no es suficiente para cumplir los objetivos, habremos tirado el dinero.
En este sentido, para la toma de decisiones sobre qué sitio web necesitamos, debemos tener muy claro dos cosas:
- Que los objetivos de la página web estén bien definidos y sean medibles
- Que la inversión sea adecuada al cumplimiento de estos objetivos
También, hemos de ser conscientes que, difícilmente, existen sitios web “todo terreno”, capaces de cumplir muchos objetivos con una escasa inversión. Este tipo de webs, bastante populares, por cierto, demuestran que no ha habido una buena planificación de los objetivos y suelen fracasar con el tiempo.
El trabajo del desarrollo de un sitio web
Básicamente, un sitio web suele tener estos componentes:
- La identidad visual, formada por elementos tales como logotipos, colores, tipografías y arquitecturas de contenidos que lo van a diferenciar visualmente de sitios web similares (generación de marca).
- Los contenidos, que son piezas de texto, fotografías, vídeos, documentos, etc., que, en definitiva, es la información que vamos a ofrecer a los visitantes del sitio web y que, junto a la identidad visual, nos diferenciarán de otros sitios web.
- Las funcionalidades, que son los elementos que van a permitir al usuario interactuar con el sitio web (por ejemplo, un formulario de contacto, un sistema de reservas, etc.).
- El gestor de contenidos, que es el motor de programación y que integra los componentes anteriormente descritos.
Por tanto, el precio de un sitio web va a depender en gran medida de las “prestaciones” de cada uno de estos componentes.
Por ejemplo, no es lo mismo tener que crear una identidad corporativa que adaptar una previamente creada. Esto puede influir, en gran medida, en el precio final.
Los contenidos es otro de los factores que afectan al precio. No es lo mismo comprar fotografías de un banco de imágenes que montar una sesión fotográfica. Algo parecido ocurre con los textos, algo que hay que cuidar mucho si queremos que el sitio web posicione adecuadamente.
Las funcionalidades también pueden afectar al precio del sitio web y no tiene el mismo coste el montar un simple formulario de contacto que transformarlo en un comercio electrónico.
En este punto quiero resaltar un problema al que nos enfrentamos todos los que nos dedicamos al desarrollo de sitios webs.
Por lo general, cada proyecto es único y requiere no solo del trabajo del desarrollador sino también del promotor. No es fácil que un desarrollador tenga conocimientos suficientes de cada sector de mercado o de cada empresa para la que desarrolla el sitio web. En consecuencia, el promotor debe hacer un esfuerzo para trasladar ese conocimiento al desarrollador, ya sea por medio de explicaciones o proporcionando contenidos que, una vez revisados por el desarrollador para adecuarlos al diseño de la web y a su potencial posicionamiento en los motores de búsqueda.
Por desgracia, muchas veces nos encontramos con que el cliente se retrasa o no es capaz de trasladar el conocimiento o los contenidos, dilatando los tiempos de ejecución de los proyectos, y poniendo en riesgo la consecución de los objetivos.
Entonces, ¿cuánto cuesta una página web?
Llegados a este punto, el lector seguirá aún en la duda de cuánto le va a costar el sitio web. Vamos a intentar aclararla.
Al margen de los costes de desarrollo del sitio web, el cliente tendrá que hacer frente a otros costes antes y después de que su sitio web esté en marcha.
Previo al desarrollo, deberá invertir en el registro de un dominio, cuyos costes son variables entre los 8 y los 25 € anuales, y en el hospedaje. Hoy en día existen hospedajes excelentes por precios que están alrededor de los 40 o 50 € mensuales. ¡Ojo con las gangas! Un buen hospedaje es fundamental para el devenir del proyecto.
Posterior al desarrollo habrá unos costes relativos al mantenimiento del sitio web (actualizaciones, posibles fallos, etc.) que, en general, no debieran ser superiores a los 30 € al mes.
También habrá costes vinculados con dotar de visibilidad al sitio web. Aquí entran factores tan variados como el diseño de contenidos para redes sociales y blogs, campañas de publicidad o estudios de posicionamiento, costes que pueden ser bastante elevados en función de los objetivos y de la competencia.
Por último, centrándonos en lo que es el desarrollo puro y duro de un sitio web profesional, con una estructura multipágina que suele incluir secciones como la presentación de la empresa, presentación de productos y servicios, contacto y blog, el precio puede oscilar entre 1000 y 1500 €. Tal como he comentado antes, los distintos componentes pueden hacer variar este precio al alza de forma considerable.
Evidentemente y dado que estamos en un mercado libre, habrá ofertas más económicas, al margen de la del cuñado que tenemos todos y que, en sus ratos libres, se dedica a pastelear con el WordPress, pero debemos desconfiar de ellas y me remito a mis comentarios sobre la rentabilidad del sitio web. Por lo general, lo barato es caro.
Conclusión
A modo de conclusión, daré algunos consejos para seleccionar la oferta más adecuada entre agencias y desarrolladores freelance.
- Los freelancers suelen ser más baratos porque tienen menos costes generales que las agencias. Por el contrario, su catálogo de servicios suele ser más reducido (nadie sabe de todo).
- Pulse el interés y el conocimiento del consultor por su sector de mercado y su empresa.
- Asegúrese que ha comprendido los objetivos que ha marcado para el sitio web.
- Pida un presupuesto, no un precio. El presupuesto debe de describir los trabajos que se van a desarrollar y su alcance.
- Evite los costes ocultos.
- Exija unos plazos de entrega. Pero comprométase también a aportar toda la información que necesita el desarrollador para hacer su trabajo en los plazos de entrega que le ha dado.
- Valore su experiencia y su capacidad para aportarle innovaciones.
- Considere que un sitio web suele tener una vida útil de 2 a 4 años y, por tanto, va a tener que “convivir” con el desarrollador, ya sea una agencia o un freelancer, durante ese tiempo.
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